Como HOY concluimos el Año Litúrgico y celebramos a Cristo en el centro de nuestra existencia, de nuestras vidas, de nuestro corazón; damos mayor énfasis a la Eucaristía y cuidamos más NUESTRA FIESTA.
(Las moniciones sólo es necesario hacerlas cuando la Asamblea Cristiana no está habituada a las Celebraciones litúrgicas y/o a la Palabra de Dios.)
Un Rey en el Trono de la Cruz
S a l u d o (Ver Segunda Lectura):
Para vosotros, todas las bendiciones de Jesucristo, nuestro Rey y Señor salvador, el principio y fin de todo lo que existe, el que es, el que era y el que viene. Que su paz y su gracia estén siempre con vosotros.
I n t r o d u c c i ó n p o r e l C e l e b r a n t e
1. Un Rey diferente, como ninguno
A c t o P e n i t e n c i a l (Dos Opciones):
(Pausa)
Señor Jesús, tuyo es el reino de un amor totalmente entregado.¡A ti toda alabanza!
O r a c i ó n C o l e c t a:
Roguemos para que sepamos reinar con Jesús,sirviendo como él.
Oh Dios, Padre nuestro:
P r i m e r a L e c t u r a :
Lectura de la profecía de Daniel (7,13-14): En la visión de Daniel, un “hijo del hombre” unificará al pueblo en su reino. Este “hijo del hombre” apunta precisamente Jesús.Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin. Palabra de Dios
S a l m o :
Sal 92
S e g u n d a L e c t u r a :
Hemos sido escogidos para participar en la victoria de Cristo sobre el mal y la muerte, y para invitar a todos los hombres y a todo el mundo a dar culto a Dios.
Lectura del libro del Apocalipsis (1,5-8):
E v a n g e l i o :
Jesús reconoce ante Pilatos que es rey. Pero su reino no se basa ni en fuerza ni en violencia. Es el reino de los que aceptan libremente la verdad y la vida de Cristo.
Éste es uno de esos domingos en los que las tres lecturas se unen hábilmente al significado de toda una fiesta. Que Cristo es Rey, no queda ninguna duda. En todas las iglesias del mundo hay una imagen de nuestro Redentor sobre el trono de amor que es la cruz. Su cabeza sigue circundada por las espinas que en la burla le colocaron los soldados del imperio del momento.
La profecía apocalíptica de Daniel nos habla de una ‘especie de hombre’ que recibe el poder, el honor, el reino, y al que todos sirven. Un ser desconocido, quizás ‘un hombre cualquiera’, recibe el poder. Sin embargo, el Apocalipsis describe a Jesucristo como el ‘testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra’. Un rey poderoso sobre la muerte, fuerte en fidelidad, que ha establecido su reino por el vínculo del amor que se ha derramado en el mundo con su sangre. No es desconocido, pues tras su muerte y resurrección se ha manifestado su auténtica identidad y misión: la salvación.
Finalmente, un diálogo íntimo entre el “poderoso” y el Dios no-poderoso nos lleva de nuevo a sondear el verdadero significado de esta celebración: el mundo camina hacia el establecimiento del Reino. Un reino de amor, verdad, libertad, justicia, amor, etc.
Jesús es Rey. Es Rey y así lo celebramos porque él mismo lo dijo de sí mismo: “Tú lo dices, soy Rey”. Celebrar esta fiesta es creer en sus palabras. Pero su reino no es de este mundo, ni siquiera es un despacho importante en uno de los palacios presidenciales de los estados modernos. Su reino es un reino de verdad, donde el poder es el poder hacer algo y transformar la realidad.
En este último domingo del año litúrgico, echamos la vista hacia atrás (¡ha pasado un año!), y nos preguntamos: ¿qué hemos descubierto de Cristo después de recorrer, una vez más, toda su vida, pasión, muerte y resurrección? ¿Qué lugar ocupa Jesús en mi vida?
Rey es una palabra fuerte, que nos habla de poder, de honor, de respeto, de adoración. Sentimientos que tienen las personas ante alguien que ostenta una dignidad elevada. La dignidad de Jesús está elevada sobre la tierra por los palmos que le separan del suelo, colgado en la cruz. Jesús es Rey, y sólo él tiene el poder de dar sentido a todo, y de lanzarnos por encima de todo, hacia la eternidad.
L. Del Otero CSsR
http://pjvr-iglesiajoven.blogspot.com/
J e s ú s, ¿r e y? ¿d e q u é r e i n o?
(2ª Opción)
Hay que releer desapasionadamente la lectura del Evangelio de este domingo. Hagamos como si la leyésemos por primera vez y no conociésemos a los protagonistas ni el desenlace final de la historia. ¿No suena el diálogo a ridículo? El detenido se convierte casi en el interrogador. Y el que interroga se encuentra con la sorpresa de que el detenido se declara superior a él pero “de otro mundo”. Lo suficiente en nuestros días para enviarlo a un manicomio. En la época de Jesús no tenían esos recursos y la vida humana no valía tanto. Es decir, que Pilatos condenó a muerte a Jesús sin hacerse demasiado problema. Probablemente así fue como sucedió en realidad. Hoy nosotros hacemos otra lectura de la historia. La leemos desde nuestra fe. El detenido no es un loco. Es Jesús. El Hijo de Dios. El Testigo del amor y la misericordia de Dios para con todos. Para nosotros está clarísimo que su reino no es de este mundo. Hasta nos fallan y faltan las palabras. Porque lo suyo no es un reino. Quedan pocos reinos en la actualidad. Y los reyes que quedan ya no mandan mucho. Son reyes constitucionales. No son mucho más allá que una figura decorativa, que representa al Estado. Los reyes de antes eran otra cosa. Aquellos mandaban de verdad. Hacían lo que les venía en gana. Su reino era para ellos como su propiedad privada. Y su gente eran súbditos y no ciudadanos libres. Pero ninguna de esas dos formas de ser rey tienen nada que ver con lo que Jesús es para nosotros. ¿Verdad que no?Su “reino” no es de este mundo Por eso, decir que Jesús es rey o emperador se nos queda corto y desajustado. Jesús es otra cosa. Está claro que su “reino” no es de este mundo. Y que las palabras e imágenes de este mundo no sirven bien para hablar de él y de lo que significa para nosotros. Su “reino” no se parece a ninguna de las formas de gobierno, de poder, de este mundo. Ni a los reinos actuales, ni a las democracias ni a las dictaduras, ni a las repúblicas. Su “reino” es otra cosa. ¿En qué consiste ese “reino” de Jesús? Lo hemos ido viendo a lo largo de todo el año litúrgico que hoy, con esta celebración, termina. Hemos recorrido paso a paso los misterios de la vida de Jesús. Con el Adviento nos preparamos para la celebración de su nacimiento, luego vino el gozo de la Navidad. Más adelante, la Cuaresma nos llamó a la conversión necesaria para celebrar la Semana Pascual, que culminó con la Resurrección de Jesús, que celebramos durante todo el tiempo de Pascua. Domingo a domingo hemos ido escuchando su palabra, conociendo su estilo de vida, su forma de relacionarse con los demás. ¿Es posible que digamos que no sabemos en qué consiste su “reino”? Todos hijos, todos hermanos Su reino es de amor y misericordia, de comprensión y perdón, de acogida para los alejados, de generosidad con todos. Su reino es toda una forma de convivencia entre las personas en la que se parte de un principio básico: somos hijos del mismo padre y, por eso, somos hermanos. Lo que tenemos, lo que somos, lo compartimos. Y esa es la única forma de alcanzar la plenitud, nuestra plenitud. Ese es el reino de Jesús. Eso es lo que hoy celebramos en esta fiesta con la que termina el año litúrgico. Pilatos no entendió lo que le decía Jesús. Probablemente no le pareció más que un loco potencialmente peligroso. Por eso lo condenó. Hoy nosotros, desde la perspectiva de la fe, deberíamos saber que el poder de Jesús es mucho más fuerte que el de Pilatos. Pilatos tiene la violencia de las armas. Jesús tiene la fuerza del amor, del perdón y de la misericordia. Pilatos, con su violencia, puede destruir pero sólo Jesús puede construir porque sólo el amor construye y abre nuevas posibilidades de vida. Si creemos en Jesús es hora de alistarnos en sus filas y avanzar bajo su bandera. Jesús es de verdad todopoderoso. Sólo con él podremos construir un mundo nuevo. Fernando Torres Pérez, cmf
fernandotorresperez@earthlink.net
Rey, apenas hay otra palabra menos apropiada para Jesús.
O r a c i ó n d e l o s F i e l e s (Basado en un texto de René Mouret):
Oremos a Cristo, nuestro Rey, para que reine en medio de todos los hombres por el poder de su amor. Digamos: R/ Señor, que venga a nosotros tu reino.
· Bendito seas, Señor, rey del universo, que viniste a hacer de nosotros un pueblo libre. Por los líderes de las naciones que aman la libertad y la instauran en sus países, y también, por el contrario, por los que la estrangulan y matan, oprimiendo así a sus pueblos, con confianza te pedimos: R/ Señor, que venga a nosotros tu reino.
· Bendito seas, Señor, rey del universo, que viniste a hacer de nosotros un pueblo de hermanos. Por los que respetan y defienden la dignidad y los derechos de los demás, y también, por el contrario, por los que oprimen a sus hermanos y sólo defienden sus propios intereses egoístas, con confianza te pedimos:R/ Señor, que venga a nosotros tu reino.
· Bendito seas, Señor, rey del universo, que viniste a hacer de nosotros un pueblo de testigos. Por los cristianos que viven intensamente su fe, y también, por el contrario, por los que desgraciadamente han dejado enfriar o incluso morir su fe, con confianza te pedimos:R/ Señor, que venga a nosotros tu reino.
· Bendito seas, Señor, rey del universo, que viniste a hacer de nosotros un pueblo que viva en la verdad. Por aquellos en cuyas palabras y obras podemos confiar, y también, por el contrario, por los que engañan, viven de la mentira y te traicionan a ti y a los hermanos, con confianza te pedimos: R/ Señor, que venga a nosotros tu reino.
· Bendito seas, Señor, rey del universo, que viniste a hacer de nosotros un pueblo orientado hacia servicio. Por todos los que ayudan y se cuidan de los demás, y también, por el contrario, por los que solamente piensan en sí mismos sin importarles nada los demás, con confianza te pedimos: R/ Señor, que venga a nosotros tu reino.
· Bendito seas, Señor, rey del universo, que viniste a hacer de nosotros un pueblo de esperanza. Por todos los que con optimismo siguen esforzándose y trabajando por todo lo bueno, y también, por contraste, por los que se rinden y se dejan llevar por el pesimismo y desaliento, con confianza te pedimos: R/ Señor, que venga a nosotros tu reino.
Señor y Rey nuestro, contigo queremos llevar las cargas de nuestros hermanos. Que su peso sea ligero, ya es una carga de entrega y amor. Danos fortaleza ahora y por siempre. Amén.
Señor Dios, Padre nuestro:Tú has puesto en nuestras manos un pedazo de pan y un sorbo de vino, pero también nos has confiadoel crecimiento de tu reinoy el futuro del mundo. Haz tangible y efectivo este crecimiento y este futurodándole el nombre y la fuerza de Jesús, tu Hijo. Como él y con él, queremos entregarnos totalmente a ti y a los hermanos, con amor generoso y con dedicado servicio.Te lo pedimos en nombre del mismo Jesús, el Señor.
I n t r o d u c c i ó n a l a P l e g a r i a E u c a r í s t i c a :
En esta eucaristía celebramos cómo Cristo nos liberó del pecado por su sangre derramada y nos trajo vida por su resurrección. Con él damos gracias a nuestro Padre del cielo, y pedimos que sepamos vivir seriamente entregados a él y a su reino.
I n t r o d u c c i ó n a l P a d r e N u e s t r o :
Con Jesús, nuestro Señor y Rey, rogamos a nuestro Padre en el cielo que su reino crezca entre nosotros.
I n v i t a c i ó n a l a C o m u n i ó n :
Este es Jesucristo, nuestro Rey y Señor, que es el principio y el fin,y quien da sentido a nuestras vidas. Dichosos nosotros invitados a la mesa de su reino. R/ Señor, no soy digno…
Oh Dios y Padre nuestro: Pilatos dijo de Jesús, tu Hijo:“He aquí al hombre – Miren a su rey.” Jesús ha estado con nosotros ahora y le hemos reconocido en fe como tu Hijo eterno, como un hombre y como nuestro rey. Haznos responder generosamente a este desafío para llegar a ser, como él, gente que vive para los demás, que puede dar un rostro, una voz, un corazón y un nombre a tu amor siempre listo para el servicio. Ayúdanos a acogerle como al origen y al fin de todo lo que somos y hacemos. Que él sea nuestro Rey y Señor por los siglos de los siglos.
B e n d i c i ó n S o l e m n e :
Hermanos: Inclinen la cabeza con reverenciay rueguen por la bendición del Señor.
http://www.asolidaridad.org/
http://www.redentoristas.org/ossr/inicio2.html
http://www.hermanasoblatas.org/
www.ciudadredonda.org/
no podemos callarnos
ante tanta vida machacada
¡El pueblo africano,
está siendo saqueado,