miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Sorpresas que da la vida!

Paseaba por la orilla del mar buscando piedrecitas para unas manualidades y me encontré con J. un chico muy colgado de la droga que me pedía dinero para chutarse porque no podía vivir sin 'ella'.

Pasamos casi una hora dialogando. Fue un tiempo bonito. ¡Sorpresas que da la vida! Se me confesó 'muy malo' porque había dejado su casa y más. Hablamos del Proyecto Hombre, de reinserción, etc. Me dijo que ya no era capaz de ello. Que lo había intentado mil veces. Valoró el compromiso cristiano y solidario. Entre los dos hubo una corriente de simpatía. Alguien  pensó que era  una  imprudencia mi postura. ¡Qué se le va a hacer! Siempre hay alguien que te juzgue.

Al final nos dimos un abrazo y de 'turista' que creía que era me descubrió como Hermana.  Mi verdadera vocación -como la de todo creyente seguidor del Resucitado-. 

¡Felices los pobres, los enfermos, los que están al margen de esta sociedad! Dios es su Rey. cfr. Mt. 5