sábado, 10 de abril de 2010

SÓLO SÉ FELIZ



Espero que sea sugerente este texto...  Escrito el

"viernes 2 de mayo 2008

-Es tarde pequeña… debo irme…

-Te echaré de menos. Te quiero.

-Algún día, volveré.

-Estaré aquí esperándote, toda la vida, si hace falta.

-No… Rehace tu vida, encuentra otro hombre, quiérelo, y sé feliz, y yo lo seré. Olvídate de mi, si es preciso. Sólo sé feliz.

-Volverás. Y yo estaré aquí.

-Te quiero, nena. Adiós.

Habían pasado ya 10 años, desde entonces. Me atrevía a recordarlo de vez en cuando, aunque eso me hiriera por dentro. Había perdido cualquier esperanza adolescente que años atrás me habían ayudado a ser la misma de siempre y a mostrar una sonrisa. Pero a medida que los años se sumaban estaba cada vez más cansada, e iba perdiendo la fe en que volvería. Se fue cuando tenía solo 15 años. Era solo una pequeña adulta, y él era ya un hombre, y aún así, lo necesitaba a mi lado. Me dejo sola, aún teniendo muchos colegas, algunos amigos y buena familia, me sentía sola sin él. Desde ese momento me prometí no volver a enamorarme, ni sentir otra vez ese tremendo cosquilleo cada vez que él estaba cerca, aunque en el fondo sabía, que nunca dejaría de estar enamorada de él, y que si algún día volvía, la cual cosa dudaba, las mariposas me atacarían de nuevo, quitándome el sueño y el hambre. A lo largo del tiempo la sonrisa se fue marchitando, la ternura quedó oculta bajo una coraza de hielo, y mi corazón se descompuso en pedacitos, los cuales no me veía capaz de juntar otra vez. Me convertí en solo una sombra, que fingía ser quien no era, fingía no sentir dolo ni alegría, fingía no sentir nada. Pero por dentro moría cada día un poco más… Y entonces, a punto de hacer una estupidez, me cambió la vida.

Iba de vuelta a casa, recién salía del trabajo. Ya anochecía, el sol se escondía detrás de las montañas, dejando detrás de si un rastro de luz roja que iba apagándose y difuminándose cuanto más lejos estaba del sol. Los aviones dibujaban en el cielo crucigramas que jamás serían rellenados. Y el móvil empezó a sonar. El número se mostraba en desconocido, y no lo cogí. Al cabo de un par de tocadas más se calló. Esperé unos minutos pendiente del móvil, para comprobar que no sonaba de nuevo. Contradiciendo mis esperanzas, el móvil sonó de nuevo, mostrando de nuevo el maldito número oculto. Más por curiosidad que por cabreo, cogí el teléfono.

-¿Diga?

-¡Hola, pequeña!

-¿Quién…eres?

-No te lo diré. Tendrás que venir esta media noche, al único lugar dónde después de tantos años no acudirías.

-No sé a qué te refieres…

-Si lo sabes, y si más no, te darás cuenta en pocos minutos.

-Me pides mucho para ser un desconocido.

-Merecerá la pena.

-Promételo.

-Prometido.

Y empezó a comunicar. Pi, pi, pi… Empecé a comerme la cabeza con quién podía y quién no podía ser. Su voz me resultaba tremendamente familiar, pero se limitaba a un recuerdo lejano. Comencé a pensar… Al único lugar que, después de muchos años, no había acudido era la Catedral Gótica de Barcelona… desde aquella vez. La cual ahora prefería olvidar. Iría. En lo más hondo de mi corazón volvía a relucir la luz de la esperanza de que fuera él, aunque tenía asumido, que era un sueño prácticamente imposible.

Faltaban 20 minutos para las 00:00. Estaba muy nerviosa, y no entendía el por qué. , me repetía para mi misma.

Aparqué el coche en la calle del lado de la famosa Catedral. Me temblaban las manos y se me olvidaba respirar constantemente. Fui andando hasta la esquina que, siguiéndola, me conduciría a la Catedral, y me paré. Respiré hondo y me convencí a mi misma para seguir.

Seguí andando, conforme me iba acercando a la Catedralme temblaban más las piernas. La oscuridad tenía presa la calle, las farolas estaban apagadas, malditos apagones… Solo los pocos relámpagos que caían de la tormenta que había empezado recién había bajado del coche iluminaban la calle. En uno de esos destellos de luz vislumbré una silueta en la entrada de la Catedral. Si hubiera podido abrir la boca y soltar cualquier sonido, hubiera dicho que su figura alta y esbelta me resultaba muy familiar. Pero no fui capaz. Estaba ocupada convenciéndome de que no era él, para no llevarme un golpe que dolería demasiado luego.

Seguí avanzando… y llegué a aquella silueta. Se giró hacia mí, aunque no pude ver el movimiento, lo intuí. Y luego ya estaba volando. Me cogió con sus manazas grandes y suaves, aunque fuertes, me atrajo hacia sí y me besó. Estuvimos abrazados un cuarto de hora que se me supo a poco.

-Te he echado de menos nena…

-Y yo. Creía que no volverías… creía que… te habías olvidado de mi…

-Jamás podría. Y te prometí que volvería.

-Te amo.

-Y yo.

Nos fundimos en un beso. Y para entonces, mi corazón ya no latía."

PUBLICADO POR ELMARNOLLORA EN 22:09

http://elmarnollora.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario