sábado, 13 de junio de 2009

DA TU TIEMPO



Soñaba y soñaba. Soñaba con un barrio, soñaba con un mundo donde nos llamáramos por nuestros nombres. Donde el más frágil pudiera ser y servir escuchando y siendo escuchado tanto como el que estaba en el poder o abusando del poder que algunos le habían otorgado…

Imaginé que podía haber un espacio, un lugar de encuentro entre amigos o vecinos…

Un día desperté y me encontré con unos maestros y unos jóvenes dispuestos a servir y a dar su tiempo libre al servicio de los jóvenes y los niños del barrio. Crearon una asociación cultural que se ubicó en el local que tenía alquilado la Asociación de vecinos. Y fui testigo de cómo estos jóvenes voluntariamente en las fiestas del barrio apoyaron con alegría a los que durante muchos años habían llevado el peso de las actividades y ya no tenían edad ni fuerzas para ello.

Y reconocí a Manolo, Carmen, Mariano, Luis, Antonio, Mª Luz, Tere… y muchos más.

Cuando salgo a la calle… siempre me encuentro a alguno… Y cuando estoy en algún rincón de mi casa a solas conmigo misma, me resuenan sus nombres y me llena de gozo: ¡Sí! Otro mundo es posible. Otro mundo en el que, fuera de demagogias, se juega limpio. Se entrega lo mejor de uno mismo al servicio de los demás.

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