¿Nos cabe duda decir que el Dios de Jesús era el Dios de Vicente Ferrer?
Lo que hicísteis con uno de estos mis pequeños conmigo lo hicísteis".
"Yo te bendigo, Señor del cielo y de la tierra porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla".
Acaban de enviarme este artículo. Desde aquí queremos testimoniar y dar gracias a Dios por la vida de este hombre que nos interpela cada día:
- ¿Cómo vivo mi vocación a ser HERMANO O HERMANA DE TODOS?
- ¿Qué hago cada día por hacer de nuestro mundo un mundo más fraterno y más justo?
La oración no lo es si no va de la mano de la vida, de nuestra realidad cotidiana, si no nos acerca más a nuestra propia verdad y desde ahí amar a nuestros hermanos más próximos...
¿Cuándo te vimos hambriento, desnudo o sin techo?
Lo que no hicísteis con ellos no lo hicísteis conmigo
y lo que hicísteis con ellos fue a mí a quien lo hicísteis.
FELICES LOS POBRES,
FELICES LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ,
FELICES LOS QUE SON PERSEGUIDOS A CAUSA DE SU FIDELIDAD Y COHERENCIA,
ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS
mlred
Lo que no hicísteis con ellos no lo hicísteis conmigo
y lo que hicísteis con ellos fue a mí a quien lo hicísteis.
FELICES LOS POBRES,
FELICES LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ,
FELICES LOS QUE SON PERSEGUIDOS A CAUSA DE SU FIDELIDAD Y COHERENCIA,
ELLOS SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS
mlred
Posted: 01 Jul 2009 03:50 PM PDT
Por Fray Francisco Castro
Publicado por Somos Iglesia
Sabía que Vicente Ferrer estaba delicado de salud, que su entrega absoluta a la causa del bien estaba consumiendo su vida de la misma manera que una vela al fuego de su mecha se va derritiendo, pero tratado siempre de mantener la luz, hasta el último instante, hasta el último suspiro. Y recientemente pude saber que su vida corporal ya se ha extinguido apagándose poco a poco en la tierra a la que amó, porque antes amó a sus habitantes.
Vicente era un hombre enjuto de carnes y de mirada profunda. Detenerse a su lado era como acercarse a un pozo de bondad. Él hablaba vehemente de la dignidad humana y del amor al prójimo como praxis de la felicidad en este mundo nuestro. Hacía años que había conocido la India y se quedó prendado de sus gentes y descorazonado de su sistema de castas que genera desigualdades dantescas entre los propios habitantes nativos. Vicente decidió entonces irse con los últimos, los “intocables”, y crear vida en el yermo. Su compromiso personal le ha llevado a sacar de la miseria a más de dos millones de personas en el estado de Anantapur. A día de hoy somos no pocos los que hemos tendido un lazo de apoyo a la labor de este hombre a través de la Fundación que lleva su nombre y al frente de la cual él (durante muchos años), su esposa y sus hijas e hijo, siguen haciendo el pequeño milagro de cada día: el de la solidaridad, concienciando a los más pobres de que la resignación no es la solución.
Vicente Ferrer fue un auténtico mártir de la causa de “los intocables” de la India. Admiro reverentemente a este hombre que llevaba años luchando para devolver la dignidad a los más desfavorecidos, a los excluidos. Hay gestos sencillos que tienen el don del políglota, dicen mucho en todos los idiomas. Y Vicente se ha convertido en un embajador de la paz y la justicia, ese lenguaje que tanto cuesta interpretar a los más poderosos.
Transcribo a continuación unas palabras suyas que resumen perfectamente su vida y obra: “¿Qué necesidad tengo de buscar la verdad si cualquier acción en favor de los demás contiene todas las filosofías, todas las religiones y a Dios?” Y es que en Vicente se cumplen a la perfección aquellas palabras del profesor Miguel de Unamuno: “Doy cuanto tengo, dice el generoso. Doy cuanto valgo, dice el abnegado. Doy cuanto soy, dice el héroe. Me doy a mí mismo, dice el santo”. Por ti, Vicente, por tu causa, para que sea también la nuestra: in memoriam.
CAMINO MISIONERO Blog católico de oraciones y reflexiones pastorales sobre la liturgia dominical. Para compartir y difundir el material brindado. Creemos que Dios regala Amor y Liberación gratuita e incondicionalmente.
Vicente era un hombre enjuto de carnes y de mirada profunda. Detenerse a su lado era como acercarse a un pozo de bondad. Él hablaba vehemente de la dignidad humana y del amor al prójimo como praxis de la felicidad en este mundo nuestro. Hacía años que había conocido la India y se quedó prendado de sus gentes y descorazonado de su sistema de castas que genera desigualdades dantescas entre los propios habitantes nativos. Vicente decidió entonces irse con los últimos, los “intocables”, y crear vida en el yermo. Su compromiso personal le ha llevado a sacar de la miseria a más de dos millones de personas en el estado de Anantapur. A día de hoy somos no pocos los que hemos tendido un lazo de apoyo a la labor de este hombre a través de la Fundación que lleva su nombre y al frente de la cual él (durante muchos años), su esposa y sus hijas e hijo, siguen haciendo el pequeño milagro de cada día: el de la solidaridad, concienciando a los más pobres de que la resignación no es la solución.
Vicente Ferrer fue un auténtico mártir de la causa de “los intocables” de la India. Admiro reverentemente a este hombre que llevaba años luchando para devolver la dignidad a los más desfavorecidos, a los excluidos. Hay gestos sencillos que tienen el don del políglota, dicen mucho en todos los idiomas. Y Vicente se ha convertido en un embajador de la paz y la justicia, ese lenguaje que tanto cuesta interpretar a los más poderosos.
Transcribo a continuación unas palabras suyas que resumen perfectamente su vida y obra: “¿Qué necesidad tengo de buscar la verdad si cualquier acción en favor de los demás contiene todas las filosofías, todas las religiones y a Dios?” Y es que en Vicente se cumplen a la perfección aquellas palabras del profesor Miguel de Unamuno: “Doy cuanto tengo, dice el generoso. Doy cuanto valgo, dice el abnegado. Doy cuanto soy, dice el héroe. Me doy a mí mismo, dice el santo”. Por ti, Vicente, por tu causa, para que sea también la nuestra: in memoriam.
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