Soñaba y soñaba. Soñaba con un barrio, soñaba con un mundo donde nos llamáramos por nuestros nombres. Donde el más frágil pudiera ser y servir escuchando y siendo escuchado tanto como el que estaba en el poder o abusando del poder que algunos le habían otorgado…
Imaginé que podía haber un espacio, un lugar de encuentro entre amigos o vecinos…
Un día desperté y me encontré con unos maestros y unos jóvenes dispuestos a servir y a dar su tiempo libre al servicio de los jóvenes y los niños del barrio. Crearon una asociación cultural que se ubicó en el local que tenía alquilado la Asociación de vecinos. Y fui testigo de cómo estos jóvenes voluntariamente en las fiestas del barrio apoyaron con alegría a los que durante muchos años habían llevado el peso de las actividades y ya no tenían edad ni fuerzas para ello.
Y reconocí a Manolo, Carmen, Mariano, Luis, Antonio, Mª Luz, Tere… y muchos más.
Cuando salgo a la calle… siempre me encuentro a alguno… Y cuando estoy en algún rincón de mi casa a solas conmigo misma, me resuenan sus nombres y me llena de gozo: ¡Sí! Otro mundo es posible. Otro mundo en el que, fuera de demagogias, se juega limpio. Se entrega lo mejor de uno mismo al servicio de los demás.
Imaginé que podía haber un espacio, un lugar de encuentro entre amigos o vecinos…
Un día desperté y me encontré con unos maestros y unos jóvenes dispuestos a servir y a dar su tiempo libre al servicio de los jóvenes y los niños del barrio. Crearon una asociación cultural que se ubicó en el local que tenía alquilado la Asociación de vecinos. Y fui testigo de cómo estos jóvenes voluntariamente en las fiestas del barrio apoyaron con alegría a los que durante muchos años habían llevado el peso de las actividades y ya no tenían edad ni fuerzas para ello.
Y reconocí a Manolo, Carmen, Mariano, Luis, Antonio, Mª Luz, Tere… y muchos más.
Cuando salgo a la calle… siempre me encuentro a alguno… Y cuando estoy en algún rincón de mi casa a solas conmigo misma, me resuenan sus nombres y me llena de gozo: ¡Sí! Otro mundo es posible. Otro mundo en el que, fuera de demagogias, se juega limpio. Se entrega lo mejor de uno mismo al servicio de los demás.
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