Hace 40 años una muy buena amiga se fue de misionera al Salvador. Yo era joven y para mi fue una referencia grande. Nos escribíamos. Estaba comprometida en Chalatenango y lugares en los que el compromiso por la justicia y los pobres era el pan de cada día. Conoció y amó a Mons. Romero y ayudó enormemente a que los pequeños, los campesinos tuvieran su lugar en el mundo y en la Iglesia. ¡Se mojó de verdad en el barro! Su fortaleza siempre ha estado en el Señor Jesús.
HOY quiero recordarla. Quizás me lea. Lleva unos años en España. Aquí sigue trabajando con emigrantes. Es una religiosa de la Asunción. Se llama Tere Herrera. Una mujer sencilla y cercana. La llamábamos de jóvenes: el profeta Oseas... Al cabo de los años tengo que decir que toda su vida ha sido y es profética. ¡Y doy gracias a Dios por ella! Si te la encuentras no pierdas la oportunidad de conocerla y amarla.
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