Tres mujeres que han pateado, amado y servido a un barrio de Granada muy querido. Alrededor de treinta años acercándose cada día a los más vulnerables, pequeños y frágiles del barrio.
Casi nadie lo sabía... Ellas, día a día, fueron corazón, manos y pies para mucha gente concreta. Pertenecían al grupo de Cáritas de la Parroquia.
Tenían los ojos bien abiertos para descubrir dónde estaba Jesús sufriendo. Personas a las que su casa se le hundía, a las que les faltaba el pan de cada día, a las que la soledad las hacía vivir situaciones muy límites, ancianos desvalidos, sin ducha en su casa, a veces con un pequeño infiernillo para guisar y calentarse...
En Navidad movilizaban a más gentes de la comunidad cristiana a ir cantando villancicos y llegando con un poco de calor y delicadeza a cada uno de los ancianos y enfermos del barrio.
Cada vez que había una marcha por los pobres y con los pobres de la Tierra allí trataban de estar.
Se dice pronto...¡Sólo en unas líneas tantos años de servicio humilde y callado!
Como ellas, muchas mujeres y hombres, desde el anonimato llegan al corazón de los que sufren. ¡de ellas, de los pequeños es el Reino! Gracias, Señor.
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