Juan quiso vivir una experiencia en África pero en principio nada altruista. Simplemente para conocer un rincón de este continente y como le decía un familiar misionero: “Cualquier persona debía poder atreverse a ir a otros países pobres -al menos una vez en su vida- y vivir la experiencia de la pobreza y el compartir”.
Se animaron dos amigos y fueron juntos. Disfrutaron de lugares según ellos maravillosos, de gentes acogedoras, de algún susto meteorológico, de una pequeña estabilidad política, … Llevaron su tienda de campaña y un coche.
Se acercaron a lugares a los que nunca había llegado el “muzungu”(el blanco).
Aprendieron la experiencia de la sabiduría africana: Uno de ellos no se había acercado a saludar al anciano de la comunidad, de la tribu. Y éste le dio una lección sin pretenderlo. Se fue a la puerta de su invitado para acogerlo. Y, entonces cayó en la cuenta de que él tenía que haberse acercado antes a saludarle.
A la mañana siguiente se reunieron con el Anciano, jefe de la tribu y bajo un árbol todo el poblado se reunió. Los presentaron con delicadeza, respeto y educación y dialogaron.
Convivieron un poco con ellos. Los niños fueron los que más gozaron. Se bañaron y jugaron juntos en el río Nilo. Compartieron gestos, expresiones, galletas, juegos… Cantaron. Vieron las estrellas.
Muchas más cosas sucedieron pero lo que quiero recoger en este testimonio es que iban al margen de todo proyecto y, sin embargo, Juan se quedó “pillado” -como dicen hoy los jóvenes- porque donde descubrió que realmente “se jugaban la piel” era en la Misión.
Conocieron a unos misioneros y misioneras que en tiempos atrás arriesgaron su vida por ir en busca de los niños y niñas secuestrados, después de haber visto como mataban a sus padres, para ser niños soldados. Y Juan me decía: “¿Sabes? No tiene ni punto de comparación con los otros cooperantes. DIOS LES EMPUJA A IR MÁS ALLÁ Y ENTREGAR TODA SU VIDA.”
Esta es su experiencia. Creo que también hay gente estupenda que entrega su vida a los más abandonados. Pero el descubrimiento de que JESÚS ES EL QUE MUEVE EL CORAZÓN Y EL ACTUAR DE LOS CRISTIANOS me parece UNA BUENA NOTICIA. DIOS LLEGÓ AL CORAZÓN DE JUAN.
Gracias, Juan, por haber descubierto el valor de la entrega gratuita y hasta el fondo...
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